Desde hace años se sabe que las coberturas de vacunación deben alcanzar el 95% para lograr el control de enfermedades inmunoprevenibles. Esta aseveración, precisamente, es la que encendió la luz de alerta en la Provincia de Buenos Aires luego del relevamiento de las coberturas actuales, que han descendido dramáticamente en los últimos años.

El calendario nacional argentino contempla 18 vacunas que son, dicho sea de paso, obligatorias y gratuitas para niños, adolescentes y embarazadas. A pesar de ello, hoy ninguna alcanza ese 95% necesario para estar tranquilos y libres de enfermedad. Es más, hay sectores que apenas llegan al 75% de la población objeto.

Es así que el 2014 (último año publicado) muestra niveles de inmunización lejos de los parámetros recomendados y que, de mantenerse esa situación, nos va a ubicar en una zona de riesgo de la que habíamos logrado salir a fines de la década de los ’80 luego de agresivas estrategias de vacunación estatales originadas en el lanzamiento del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), impulsado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Cuando se inició este programa en 1985, las coberturas nacionales de vacunación oscilaban por debajo del 70%, con brotes epidémicos de enfermedades potencialmente graves como tos convulsa y sarampión, con una importante mortalidad que obligó a generar acciones urgentes, que al tiempo confluyeron en coberturas ideales que lograron frenar esos brotes periódicos, llegando a controlar el sarampión, enfermedad que hoy es casi desconocida para las nuevas generaciones médicas.

En 2009 y 2010, la vacuna Sabin cubría al 100% de los ingresantes a la escuela, para caer en 2014 hasta el 87%, en un claro retroceso cuando la poliomielitis ha sido declarada erradicada de las Américas y se encuentra cercana a serlo de la faz mundial. Algo similar ocurrió con la vacuna antisarampionosa (88% en 2014). Este descenso generalizado provocó también que entre 2014 y 2015, fallecieran cinco bebés por tos convulsa, algo que no ocurría desde hace años. En el caso de la vacuna contra el Papilomavirus, incorporada hace poco tiempo, cuyo objetivo es prevenir el cáncer de cuello de útero y que se aplica a niñas de 11 años, la cobertura sólo alcanza al 68% de las 119.200 preadolescentes que debieran recibir la vacuna. Pero lo que es más grave, el grupo objetivo de bebés menores de un año para las distintas vacunas, están por debajo del 78% de cobertura global, lo que significa un retroceso importante con respecto a una década atrás, donde las coberturas estaban en niveles aceptables.

Según datos estadísticos del año 2014, del propio ministerio de salud sobre coberturas de vacunación:

Menores de un año:

Entre el año y los 18 meses de edad

Entre los ingresantes escolares:

Este panorama, un deja-vu para muchos de nosotros, es el resultado de múltiples factores, como: logística insuficiente para una provincia de alta densidad poblacional, coordinación, articulación y supervisión dificultosa, declinación en la actualización del personal profesional y técnico, discontinuidad en la provisión de algunas vacunas desde los laboratorios productores, escasez de insumos, estrategias de comunicación y difusión insuficientes, poca penetración en la comunidad, falta de concientización y entrenamiento de líderes barriales, oportunidades perdidas de vacunación, cambios culturales y estructurales, entre muchos otros (con excepciones puntuales).

Como si esto fuera poco, desde hace un tiempo se le suma una situación emergente a nivel mundial, como son los grupos antivacuna, enancados en las redes sociales y que logran a través de éstas una penetración nunca vista, generando una importante resistencia a las vacunas.

Hoy, a días del inicio del ciclo escolar, el ministerio de Salud bonaerense acaba de anunciar que se retoman las campañas de vacunación, ajustando los controles en el ingreso al pre-escolar y la primaria, según dijo la actual ministro Zulma Ortiz, histórica colaboradora de los programas sanitarios. La campaña se iniciará en marzo y se mantendrá activa durante todo el año. Será dirigida a embarazadas, niños y niñas de 6 y 11 años. Se proveerá de insumos a los más de 1.700 vacunatorios y se generarán nuevas estrategias, para que la vacuna sea realmente “accesible y universal”. El programa incluirá las 18 vacunas del calendario nacional obligatorio (que podría decirse que es un esquema del primer mundo).

Para quienes hemos trabajado en la “trinchera” de las inmunizaciones por años, que hemos visto “en directo” las secuelas y muertes de niños por enfermedades prevenibles por vacunación y que hemos festejado las victorias conseguidas por coberturas que llegaron al punto de eliminar alguna de esas enfermedades, nos causa hoy una gran tristeza e impotencia que se hayan deteriorado estos invalorables logros de los programas de vacunación. Si la provincia de Buenos Aires, que contiene a gran parte de la población de la Argentina, se encuentra en estas condiciones, la proyección al resto del país no es difícil de imaginar.

Es de esperar que se retome el esfuerzo y el ejemplo de años atrás y se haga otra vez camino al andar, ingresando fuertemente en la comunidad con todas las acciones posibles, con dirigentes y agentes sanitarios que estimulen aún más el infaltable compromiso de los vacunadores, verdaderos artífices anónimos e históricos de los programas de inmunizaciones.

Que los fantasmas del pasado no nos hagan retroceder en el tiempo.

Dr. Carlos Köhler - Editorial publicado en el diario La Nueva Provincia, de la ciudad de Bahía Blanca.

24/2/2016

Contenido actualizado el February 24, 2016, 8:18 pm